martes, marzo 13, 2007

Chicho y Mireya


Mireya es cabezona, no cabecidura, cabezona. Tiene un güiro que le puede dar sombra a medio pueblo. Pero no obstante ese defecto, nunca carecía de compañía masculina. Los hombres de Mireya han sido muchos, tantos que algunas malas lenguas hasta la llamaron puta, pero amor solo ha tenido uno.

Cuando Chicho el oriental llegó a Güines, por suerte para el y desdicha para muchos otros, Mireya estaba esperando a cruzar la calle frente al teatro Ayala. Esperaba no por el trafico, el trafico en la calle Habana era de un carro cada 15 minutos y una guagua cada dos horas. Esperaba para que una nube cubriera el sol por unos segundos, para asi poder mantenerse en el plan de ablancarse que habia emprendido hacia mas de medio año, por el que se habia prohibido contacto alguno con el sol.

Estaba en esa espera Mireya, cuando la 33 pasó frente al teatro, y Chicho que estaba parado en el centro de la guagua hizo contacto visual con los ojos de Mireya. El contacto entre los dos pares de ojos fue eléctrico, y mientras la guagua procedía calle abajo, Mireya, olvidándose del sol y de sus planes de avanzar la raza, le cayó atrás a la guagua tratando de mantener en vista aquellos ojos que casi la quemaron.

Después de ese contacto inicial, hubo varios mas. Chicho no conocía a nadie en el pueblo, pero en el trabajo enseguida estableció la identidad de aquella mujer que había visto. Descríbemela, le preguntaron cuando comenzó a indagar. Es bajita, culona, y prieta explicó Chicho. Coño asere, le protestaron, así hay muchas, que más, describe con ganas. Bueno, dijo Chicho, con proporción a su cuerpo, tiene la cabeza bastante grande. Mireya socio, tu estás hablando de Mireya. Ella vive en Legüina, cerca del hospital, es soltera, sin compromiso, y según dicen, con ganas de templar.

Chicho y Mireya se conectaron, y después de que pasó la pasión de los primeros meses siguieron de novios. Con el tiempo el noviazgo llego a matrimonio, y con el matrimonio llegaron los hijos. Los hijos se criaron y uno de ellos se fue pa'labana, otro pa'mayami, y la niña se fue pa'españa con un gallego gordo y viejo que se casó con ella. Un día después de la comida Chicho se fue pa'l parque, se sentó en un banco frente a la iglesia y murió de un derrame cerebral. Cuando llegó una amiga a decirle a Mireya que su esposo había muerto, se la encontró sentada y llorando en la cocina, porque, según ella, el espíritu de un viejo africano ya se lo había notificado.

A Chicho lo enterraron en la bóveda de la familia de Mireya, ya que la de su familia estaba en casa del carajo en Holguín. Ahora a Mireya los días les pasan como agua, a veces se le olvida hasta comer, pero nunca se olvida de pasar por el cementerio. Tarde tras tarde se pasa un ratico frente a la tumba de Chicho, un día le lee el periódico, otro día le cuenta como va la novela, y siempre antes de irse le recuerda, mi negrito no te olvides, dentro de poco voy a estar contigo, así que pórtate bien y no te metas con nadie.

3 comentarios:

Gusano dijo...

chico:
tu debes de poner estos posts y publicarlos en un libro.
te lo juro que vi a la cabezona esa cayendole atras a la guagua.
bravo.

Nemesis dijo...

Probablemente la mejor introduccion de cualquier escrito qque he leido en mi vida INCLUYENDO
"It was the best of times it was the worst of time"
Estoy 100% de acuerdo con el gusano , tienes que publicar esto !

Val Prieto dijo...

Excelente.