Barbarita

A quien no le ha pasado esto. Estás caminando, o quizás estás en una fiesta, y de lejos vez una cara conocida. De repente se te prende la chispa y los recuerdos te caen encima como lluvia en mayo. ¡Coño! ¡Es Barbarita! ¡La hermana de Poli! Barbarita la de nalgas inolvidables, y el pelo negro, y la cintura finita, y los labios.., pero coño, ¿es Barbarita o es un doppelganger? ¿Que le pasó a la cintura? ¿Y como el pelo perdió su negro y ahora aparenta ser rojizo? ¿Y las nalgas, dios mio, las nalgas? No puede ser Barbarita.

Pero si lo es, porque los ojos de la Barbarita-doble conectan con los míos y en un instante una sonrisa ilumina su cara, y ahí esta la Barbarita que yo recuerdo. La misma que hizo cita conmigo fuera de la garita de la lenin, y cuando llegó me enseñó mundos que no me imaginaba. La misma que todos los socios me envidiaban cuando pasábamos apretados por los pasillos de la CUJAE. Esa misma. Y en realidad, que importa que la cintura no sea tan fina, ni la nalgas tan firmes, y los ojos estén mas cansados, todo eso es efímero. Mi Barbarita esta en la sonrisa, en el grito de "¡Flaco! ¡Me cago en tu madre, donde estabas metido!", en el abrazo casto pero con un subtexto mas cálido que nos damos. Ella me presenta a su marido, y me cuenta de sus hijos que están por ahí jodiendo, y yo le cuento de mis vicisitudes.

Cuando nos despedimos nos abrazamos otra vez, y esta vez el abrazo es mas familiar, como si nuestros cuerpos estén recordando sus pasados. "No te pierdas otra vez Flaco, vamos a ver si hacemos algo", me dice, pero los dos sabemos que tenemos demasiada historia para renovar nuestra amistad. Ay Barbarita, gracias por los recuerdos, por los ojos, por los labios, pero sobre todo por las nalgas, dios mio, por las nalgas.